Un cubano de pura cepa (3ra PARTE)
-EG: ¿Cómo eran los encuentros de René y su familia? Cuando vistes eso, qué sentiste. Hay muchos presos que son abandonados por sus familias, entonces, cuando tú ves la gran diferencia del amor de la familia por René, ¿Cómo vistes eso? Trata de recordar la primera vez que empezaste a ver esos encuentros.
-RR: Vamos a hacerlo por partes. Tocaste un tema que fue fundamental en mi transformación de forma de pensar, yo lo llamo la metamorfosis mental que yo sufrí, y fue no solamente la familia; fue, con la idea que yo tenía de mi país, ver cómo mi país entero apoyaba una causa, de un hombre, cómo estaban detrás de un hombre, en este caso de Los Cinco, pero yo digo de uno porque fue el que conocí, y eso me impactó profundamente, después de pensar que mi país era de una forma, ver cómo había un apoyo emocional, todo tipo de apoyo porque estuvieron pendientes de René y hasta el día de hoy siguen pendientes, y estamos hablando del país, del gobierno, eso fue tremendo, y lo de la familia fue tremendo. Yo viví eventos históricos que marcan una pauta en la vida de René y después lo voy a explicar; como por ejemplo, su primera visita y su primer abrazo con Ivette; yo lo viví y yo les tiré esa foto, muchas de esas fotos que ellos tienen las tiré yo.
-EG: Con la hija.
-RR: Con toda su familia. Muchas de las fotos, porque como yo te dije tenía acceso a salir a la visita, como era el “clerc” de los fotógrafos, pues yo tenía acceso a decirle al fotógrafo que se quedara en la yarda e ir yo a la visita. Conocí a Irma, vamos a empezar por ahí.
-EG: A Irma, la mamá.
-RR: Fue tremendo, yo tengo carta de ella. Por eso yo te estaba hablando… Hijo de gato caza ratón: los principios de esa mujer son increíbles, algo maravilloso, infunden aliento a las personas que la conocen, ella me hizo una carta que nunca podría deshacerme de ella; de unos principios que no son de los que yo llamo cristianos, pero yo estoy tan convencido que el amor de Dios está en estas personas de alguna manera; para mí, en mi forma de pensar, no creo que una persona pueda pensar así si no es de parte del amor de Dios. No quiero entrar en términos religiosos pero es lo que yo puedo captar. Hay una expresión que ella me da en su carta, me dice que por fin me escribe, que la perdone por no haberlo hecho antes, y después me hace una anécdota donde ella me dice que no entiende, que no comprende la vida de un ser humano que pasa por este mundo sin haber hecho algo que fuera de beneficio para otro. A mí me impactó, la carta de ella todavía la tengo.
-EG: Y el encuentro ese del que tú fuiste testigo, de él con la familia.
-RR: Tremendo, los abrazos… Ivette era una niña, no la mujercita que es hoy. Ivette es la hija mayor, fue la que nació aquí. No podría describírtelo, fue una bendición. Los dos abrazados, jugaban cartas allí en la visita. Yo estaba al lado, estaba allí, ya sea porque tiraba fotos, en ocasiones mi familia fue con ellas. Viajaron juntos desde Miami con el difunto, este…
-EG: Tony Llansó.
-RR: Tony Llansó, que Dios lo tenga en su gloria. Ellos recogieron a mi esposa, son algo tremendo, y nos sentábamos al lado, la visita es en una cantidad enorme de sillas, no están unas frente a otras para familiares, hay sillas al frente pero son para otras personas; es un poco deprimente la visita porque no puedes estar muy abrazado ni aun siendo tu hija, con la esposa menos; un beso cuando entras y ya, no las tocas más, un beso cuando se van; no puedes estar tocándolas ni con el brazo por arriba. Pero de cierta forma fueron bastante condescendientes con René, en la guarnición, porque la niña jugaba mucho con él, la que solía ir era Irmita, Ivette no porque nació aquí, porque había ciertos temores, no quiero hablar los pensamientos negativos, pero se pensaba en lo que había pasado con Elián; más esta niña que nació aquí y se pensaba que alguien podía decir: “Bueno, nació aquí, pues ya no se va”.
-EG: Y cómo era, de qué tipo percibes tú que era el trato de la guarnición con René.
-RR: Yo creo que todo el mundo respetaba mucho a René, con la excepción de aquel que es un oficial, como decimos nosotros “pesao”, que lo es relativamente con todo el mundo. Pero te voy a hacer una anécdota: allí las personas le pedían a René que les firmara autógrafos, los sellos de correo que traían fotos de ellos la gente quería guardarlos de recuerdo porque se dieron cuenta que estaban delante de una persona con unos principios que uno mismo desconocía, sin ofender a nadie, yo me incluyo dentro de eso mismo porque he aprendido a valorar cosas que nunca valoré, así que eso significa que he aprendido ciertos principios y eso lo aprendí a través de ellos, de Los Cinco, y a través de René. Te voy a hacer una anécdota, y te la voy a hacer porque ese individuo ya no está ahí, está desmovilizado, había un teniente, obviamente en el almuerzo y en la comida nosotros nos sentábamos juntos, nos sentábamos a la misma mesa, si él está oyendo se va a acordar porque no me acuerdo bien del nombre del teniente… un moreno, llegó a la mesa de nosotros delante de todo el mundo y le dio la mano a René y le dijo: “Nosotros estamos apoyando tu causa”; un teniente de la guarnición, él creo que en su vida privada era musulmán o algo así, pero vestido de oficial, delante de todo el mundo vino y le dio la mano a René.
-EG: Y eso se percibió como un gesto de gran respeto.
-RR: Sí, el que lo vio se tuvo que haber dado cuenta del respeto, porque eso no es usual, no está supuesto a suceder. Por ejemplo, al capellán yo lo saludaba y le daba la mano, porque ya yo estaba trabajando con él, pero con otro guardia no estaba supuesto a hacer eso. Pero no fue René el que le dio la mano a él, fue él el que vino y le dio la mano a René. Entonces, cuando llegamos, René cortó una foto, un sello, y le escribió por detrás, para que yo se lo diera al hombre, para no comprometerlo porque yo tenía cierta relación por ser “clerc”; él le puso por detrás algo así como “Juntos podemos prevalecer”, algo así.
-EG: ¿René era serio, callado, circunspecto…?
-RR: Tiene de todo; no es una persona que se la pase hablando, no es una persona tampoco de estar en los rincones… En los rincones te digo porque en todas las prisiones, y yo caminé muchas, en todas hay un lugarcito que es de los cubanos, como lo hay de los dominicanos… El cubano es el único que se nota enseguida, cuando tú escuchas una bulla bien alta, ahí están los cubanos; y entonces la gente pregunta, “¿se están fajando?”, no, es jugando dominó, pero con la gritería esa, diciéndose horrores. Él no era de eso, él llegaba, saludaba a la gente allí y con la misma se iba, porque su pasión era la lectura y escribir. Juntos nos metimos a estudiar Microsoft; yo entré primero, después lo embullé, se embulló al final; después yo hice otro curso que se llama “A Plus”, que te hace técnico en computación; lo hice, no sé si él terminó, porque en ese tiempo me llevaron a mí, que fue un momento duro.
-EG: ¿Qué te decía él qué quería hacer cuando regresara a Cuba?
-RR: Chico, algo en que quedamos, que vamos a hacer, y yo hablo así positivamente por los principios bíblicos en que yo creo, nosotros vamos a subir al Turquino, fue un pacto que hicimos…
-EG: Tú y René van a subir el Turquino…
-RR: Si, con Olguita y Sandra, porque mi esposa no conoce Cuba, ella salió de Cuba con cinco años, ella no ha vuelto otra vez, ya estamos en trámites, ella tiene su pasaporte cubano.
-EG: Tú tampoco has vuelto a Cuba, Rody.
-RR: Desgraciadamente no, yo vuelvo y te repito, mis decisiones fueron muy equivocadas en muchas ocasiones, y eso hizo que yo perdiera la residencia muy temprano.
-EG: Eventualmente regresarás a Cuba.
-RR: Eventualmente cuando yo llegue no me voy más. Me quedo a vivir allá, eso es lo que yo estoy esperando con el favor de Dios. Yo estoy deportado en estos momentos; mi estatus aquí es el de un cubano legal, pero deportado. Que de acuerdo a Emigración cuando Estados Unidos y Cuba entren en trámites migratorios ellos me recogen y me llevan; pero yo a eso no le temo, para nada le temo, porque hay 12 millones de cubanos viviendo en mi país, y yo soy cubano.
-EG: Conociste además a Roberto, el hermano de René.
-RR: Sí, conocí a Roberto y conocí al padre, que ellos casi siempre iban juntos. Fue una bendición. En mi Iglesia oramos mucho por Roberto y seguimos creyendo que Dios es Todopoderoso. Me alegro que René pudiera entrar a la isla de vuelta, de donde él salió con los principios de proteger a su nación y su país, sirvió para que el pueblo aquel lo viera llegar otra vez, aunque fuera por quince días; sirvió para que él pudiera darle un abrazo a su esposa que hacía años que no se lo daba, porque aunque yo estuve separado por muchos años de mi esposa igual, al menos ella podía manejar y llegar y verme por 3,4, 5 o 6 horas, pero él no lo tuvo.
Continuará………
Publicado el junio 18, 2012 en Cinco Héroes Cubanos y etiquetado en Cuba, Cubadebate, Edmundo García, Olga Salanueva, René González. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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