Los modernos Poncio Pilatos
Por: Yang Fernández Madruga (Estudiante de periodismo)
Es realmente difícil vivir el día a día bajo el mismo cielo de personas que rigen sus vidas con actos y palabras, bien distantes de ser los más apropiados en pleno siglo XXI.
Los que compartan esta idea conmigo, les será fácil contabilizar, hasta el agotamiento, los innumerables ejemplos que la justifican, o quizá verse retratados como víctima reciente de los comportamientos inadecuados que proliferan hoy en nuestra sociedad.
Apenas damos un recorrido por las calles de nuestra ciudad, y allí están ellos, conglomerados por todo el ancho de la acera, gesticulantes y bulliciosos, como si forzaran a las personas a lanzarse a la carretera para luchar contra el tránsito.
¿Quién no se ha desvelado en las madrugadas por causa de trasnochadores “ases del fútbol” que patean a diestra y siniestra las jabas de basura, dejando esparcidas en cada esquina los desechos y desperdicios que afectan la sanidad del pueblo?
Estos indolentes individuos son los mismos que rayan las paredes, golpean sin misericordia, a puño cerrado, los teléfonos públicos, como si quisieran darle los primeros auxilios, pero que pudieran conducirlos a la muerte súbita.
O aquellos que dejan la suciedad de la huella anónima de sus zapatos plantada en los muros de una casa o empresa recién pintadas, o los que como una tromba irrumpen en las guaguas y arrollan a cuantos se les interpongan en sus incordiales pasos, sin importar sean embarazadas, discapacitados o personas de la tercera edad.
Lo más triste de esta cuestión radica en que no solo nos encontramos conductas inapropiadas exclusivamente en el ámbito marginal, sino también donde el trabajo de las personas es brindar un servicio apropiado y oportuno a la población.
Se hace cada vez más común, cuando acudimos a cualquier centro en busca de información, toparnos con la barrera de incomunicación que levantan algunas secretarias al hacer caso omiso a nuestras preguntas, o no facilitarnos la indicación precisa con tal de seguir “dándole a la lengua” por teléfono.
Asimismo, el balbuceo, los mohines, el arqueo de cejas y demás gestos desagradables, devienen idioma oficial para responder a las inquietudes de un consumidor ansioso por probarse, por ejemplo, otra prenda, o el cliente que, harto de tanta espera, merece una explicación de por qué si hace una hora pidió un plato de arroz con pollo, al comensal de al lado, acabadito de llegar, le dejan servido una mesa sueca.
Es inconcebible que tales panoramas persistan y amenacen con agravarse, más aún en una sociedad como la nuestra que esgrime, como uno de sus puntos cumbres, la formación de un hombre apto, integralmente, para conformar un sistema socialista.
Corresponde a los padres y centros educacionales el mérito de inculcar en los niños y jóvenes, el apego por nuestro entorno, la tierra en que vivimos y el modo de proteger todo aquello que desapercibidamente, por considerarlo ajeno a nuestra existencia, dejamos que se deteriore, sumergidos en el sello de los faltos de voluntad y llenos de prejuicios: “Ese no es mi problema”.
Publicado el junio 29, 2012 en Colaboraciones y etiquetado en ases del fútbol, consumidor, PERIODISMO, Poncio Pilatos, sociedad. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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