“Trump Triumph” y ahora cómo queda Cuba
La noticia sorprendió a la gran mayoría, “Trump Triumph” fue el titular de varios medios de prensa, tras conocerse que el magnate inmobiliario Donald John Trump logró los 270 votos electorales necesarios para abrir el Despacho Oval. Aunque por esas cosas que tiene la democracia “a la americana” no resultó ser el más votado, tal como pasó en el 2000 con las controvertidas elecciones entre Al Gore y Bush hijo, el perdedor logró la mayoría de los votos del pueblo, pero lamentablemente para la Clinton, esto no decide, sino los votos electorales de cada estado.
Nuevamente el gran ganador de estas elecciones presidenciales fue el abstencionismo, esta vez motivado, por ser estos dos contendientes los más impopulares de la historia, una crisis de representación que pudiera traer consecuencias para el tradicional dominio bipartidista en los Estados Unidos.
El 50% de la población no votó, dentro de estos 75 millones no pudieron ejercer su derecho al voto, unos por no estar inscripto y otros por irregularidades con su documentación. “Bendita” democracia esta, en la que el presidente sale electo con solo un 25% de la población a su favor.
Claves en la victoria de Trump fueron Ohio, La Florida y varios de los estados industriales que indistintamente votan Rojo o Azul, esencial en los resultados de este martes fueron los pronunciamientos del magnate contra los tratados de libre comercio y la creación de empleos para los norteamericanos, aunque nunca explicó el cómo, dijo que de llegar a la Casa Blanca tomaría cartas en el asunto. También fue clave el voto rural y de los norteamericanos blancos, de 6 pies y más, de ojos azules, tan o más conservadores y xenófobos que el propio presidente electo.
Estos resultados tendrán que ser estudiados, pues demuestran el sentimiento anti-establishment del pueblo norteamericano. Trump se presentó como el agente de cambio, con duras criticas al sistema, un hombre de negocios capaz de impulsar la economía y solo así logró vencer a la candidata de la política tradicional.
A Hillary Clinton, entre otras cuestiones, le costó el cargo el machismo subyacente en el norteamericano medio, los cables de WikiLeaks incriminándola en asuntos bastantes serios y el sentimiento de rechazo al tradicionalismo político.
Cómo queda nuestro país en este panorama, si bien el tema Cuba no fue esencial en la campaña, tampoco lo debe ser en los próximos años, pues el nivel que tomó luego del 17D, fue porque Barack Obama construyó su legado alrededor del cambio de política hacia la isla caribeña. Donald Trump se caracterizó en su campaña por decir cosas que llamaran la atención para mantener altos niveles de rating, cambió varias veces de parecer en algunos asuntos.
Con relación a Cuba, el magnate neoyorquino fue de un extremo a otro, de apoyar los cambios de Obama, pasó a exigir entonces un mejor trato sin tantas concesiones. Criticó fuertemente la Ley de Ajuste Cubano y dijo que la eliminaría, sin embargo esa postura cambió radicalmente hasta el punto de reunirse, ya en los últimos días de la contienda, con la ultraderecha republicana de La Florida y visitó en la sede de la Brigada 2506 donde compartió elogios con los mercenarios que invadieron Playa Girón en 1961, enviando un mensaje fuerte y claro.
Es difícil hacer un pronóstico de la política hacia Cuba en una inminente administración conservadora, pues los cambios de Obama han sido por mandato ejecutivo y el presidente electo podría cambiarlo. Habría que ver cuál de los dos Trump se destapa, si el negociante inteligente o el político conservador. El primero sufrió en carne propia el bloqueo tras intentar negociar con la isla, conoce las oportunidades que ofrece Cuba a inversores norteamericanos y los beneficios que trae mantener la política de acercamiento. Importante pudieran ser también las posiciones que asuman y la presión que puedan ejercer los grandes productores de alimentos de los estados sureños, que votaron republicano y no pueden negociar con Cuba, producto del bloqueo.
No le va a resultar muy fácil echar atrás lo que se ha avanzado, por ejemplo las aerolíneas que viajan a Cuba regularmente no querrán perder ese mercado, regresar atrás tampoco será conveniente para las farmacéuticas que están empezando a negociar con entidades cubanas ni para los empresarios del campo de las telecomunicaciones.
El otro Trump podría dejarse llevar por los intereses partidistas y borrar de un plumazo el legado de Obama. Respecto al cambio de política es muy peligroso también la victoria de Marcos Rubio como senador, que lo ratifica como una figura presidenciable para futuras contiendas, así como las victorias de Ileana Ros y Mario Díaz-Balart para la Cámara de Representantes, construyen un escenario difícil para hacer cualquier proyecto de ley favorable a Cuba, esto es una muestra de que la extrema derecha anticubana, pese al cambio demográfico, no cede terreno y conserva fuerza todavía. Lo que unido al control republicano en dos de los tres poderes pudieran ser factores muy peligrosos para el proceso de normalización de las relaciones con Cuba.
Estas elecciones de manera general, marcaron un hito dentro de la historia política norteamericana, cada vez es más el dinero que se invierte en este show, un país con 43 millones de pobres se da el lujo de gastar 7 mil millones de dólares en un proceso electoral que dejó ver una nación muy dividida y el descontento de la masas por los políticos tradicionales. A su vez, salió a la luz un Bernie Sanders que criticó las bases del sistema. Trump, por su parte, probó una manera diferente de hacer campaña y le dio resultado, anuló el voto de las minorías.
Y ahora cómo quedamos nosotros, solo nos queda luchar porque puedan más los intereses económicos que el deseo de rescatar una política fallida.
Publicado el noviembre 16, 2016 en Mi columna de opinión y etiquetado en Cuba, Donald Trump, ELECCIONES, Estados Unidos, Hillary Clintón. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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