Cuando el amor engendra la maravilla
Versión para este blog de un trabajo originalmente publicado en el Periódico Adelante.
La vida le pone pruebas a los seres humanos, estos obstáculos pueden levantarse antes de nacer, durante el parto, en la niñez o ya cuando ha avanzado el almanaque. Lo cierto es que algunos no logran superarlo nunca, pero hay otros que su fuerza de voluntad es tan grande que son capaces de superar hasta lo imposible.
Seres especiales como Mirellys, Roberto, Arnaldo y Adolfo luchan a diario porque sus discapacidades no sean sinónimos de limitación y les demuestran a muchos que a pesar de los palos que les dio la vida ellos continúan allí, como símbolos del amor y la esperanza.
LA QUÍMICA DE LA VOLUNTAD
Mirelys Hernández Robaina es una muchacha especial, de esas que no deja de reír, quizás por ese carácter le ha planta cara a la vida, tras perder la pierna izquierda en un accidente de tránsito a los ocho años de edad. Sin embargo ese suceso inesperado no le impidió realizar sus sueños.
“Terminé tercer grado en el hospital y en cuarto regresé a mi escuela, caminaba con dos bastones porque la prótesis me molestaba mucho, los niños del aula me ayudaban mucho y me hicieron la vida más fácil. En la secundaria quise presumir y comencé a usarla. La parte más difícil vendría después, pues elegí un técnico medio en tecnología de los alimentos en la Vocacional, estuve becada en un albergue ubicado en el cuarto piso, del que varias veces tuve que bajar corriendo. Mi mamá siempre me protegió, pero a la vez nunca me limitó, si soy lo que soy, sin complejos es gracias a mi mamá.
“Al terminar me ubicaron en la Empresa de Bebidas y Refrescos, desde allí matriculé en el curso por encuentro Ingeniería Química, que me fue difícil, pues los viajes a la universidad acabaron con mi pierna, además debía cumplir un horario de trabajo y luego estudiar.
“Nunca he pensado en que no puedo, no existe algo que yo no pueda hacer, vengo al trabajo en bicicleta, antes dejo a mis niños en la escuela y el círculo. Me molesta que alguien piense que porque me falte una pierna no puedo hacer un determinado trabajo. Estoy agradecida de la Revolución y de Fidel, porque me han dado la posibilidad de ser.”
EL ROBERTO QUE NO CREE EN IMPOSIBLES
Roberto Tejeda Olivera es uno de esos jóvenes común y corriente, estudiante de estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey, quizás muy pocos se habrán percatado que padece una otoesclerosis bilateral que le impide a su cerebro recibir toda la onda sonora, por ello escucha solo los sonidos graves.
“Nunca he dejado que este problema me afecte y he realizado mi vida normal, al punto que hoy estoy estudiando estomatología, una carrera que elegí porque me gusta ayudar a las personas, sentirme útil y creo que voy a lograrlo.
“Tampoco he sentido complejo, todo lo contrario, me puse muy contento cuando me dieron el aparato y ojalá no pudiera quitármelo. En el grupo me llevo bien con todos y pienso que todo el mundo me aprecia, yo trato de hacer las cosas normalmente como cualquiera, para que no me vean diferente.
“A las personas que padezcan una discapacidad quiero decirles que no sientan complejo por ser ciego, sordo o por cualquier otro problema, que lo enfrenten y vean la vida diferente, desde otro punto vista, que les tocó pero hay que seguir para adelante, que no se queden con techos bajos sino que lo rompan y traten de imponerse nuevas metas.”
MARCELINO Y SU FE DE HIERRO
A Arnaldo Marcelino Ruiz, este reportero lo conoció por una amiga, entre los hierros de una de las grandes naves de SOMEC Camagüey donde labora. Con el bastón al lado y la antorcha de soldar en la mano se dispone día a día a superar las dificultades que se le han impuesto.
«Yo padezco de hemofilia A, por ello sufrí hemartrosis en una rodilla y está muy afectada, para evitar que se dañara más afincaba entonces el lado izquierdo y eso me produjo un desgaste en la cadera que me sacó del trabajo cuatro meses, realmente pensé que más nunca volvería, pero con la ayuda de todos, me repuse y he vuelto.
«Gracias a la Revolución, que me ha dado la posibilidad de hacerme tratamientos muy caros con células madres, he mejorado, cada 21 días me llevan a la Habana en un SIUM para realizar el tratamiento totalmente gratis, soy de una familia humilde y si hoy estoy aquí es gracias a Cuba.
«A pesar de que tengo que estar algún tiempo de pie, nada me limita, sí tengo que soldar pongo mi bastón al lado, el que pienso soltar definitivamente como ya hice con uno, y antorcha en mano hago lo que tenga que hacer, camino el taller y guío a mis compañeros. Sí el país te da la oportunidad de ser igual a los demás, por qué no echar para adelante.»
AJEDREZ A LA CIEGA
A Adolfo Arregoitia Arce se le conoce por su buen oído afinando pianos, también fue durante 4 años presidente de la ANCI, pero lo que algunos no conocen es de su afición por el ajedrez, que lo ha llevado a ser Campeón provincial de su categoría.
«Perdí la visión total a los trece años, producto de una Glaucoma. En la escuela de ciegos donde estudié afinación de pianos había varios compañeros míos que jugaban ajedrez, pero mi desarrollo mayor fue aquí en Camagüey, iba con un primo mío a la academia casi todos los días y así jugué varios torneos en la tercera y segunda categoría.
«Recuerdo una partida en la que a mi contrincante se le olvidaba marcar el reloj, yo me di cuenta y pensaba con el tiempo de él y así le gané, hay que ser vivo. Es difícil pues hay que llevar las jugadas en la mente y cuando uno llega a un medio juego con pocos cambios se vuelve complicado por la cantidad de piezas.»
«Ante las dificultades hay que crecerse, no dejar que los obstáculos lo venzan a uno, hacer lo que te guste, por ejemplo yo empecé cuando era joven en taller haciendo cosas de yarey y un día me propusieron el curso de afinación, sin pensarlo lo acepté, entre a la mitad del curso con el compromiso de emparejarme y lo logré. Con el ajedrez fue igual, me propuse aprender y hoy en mi categoría soy el campeón de Camagüey. Todo se trata de aprovechar las oportunidades.
Esos héroes cotidianos que se enfrentan a veces hasta contra sí mismo y en otras ocasiones por demostrarle a la lástima y a la falta de sensibilidad humana que «solo el amor engendra la maravilla».
Publicado el diciembre 12, 2016 en Educación en Cuba, Salud y etiquetado en Cuba, discapacidad, Fidel Castro. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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