Entre lo suyo y lo nuestro, el deber

Ya soplaban fuertes los vientos en Sierra de Cubitas, cuando Yosbel Piñeiro Pimentel recibió una llamada, era de la sede del tribunal en esa localidad camagüeyana, donde labora como asistente judicial. Al joven de 27 años le habían dado la tarea de quedarse al frente del sitio durante las largas y difíciles horas de Irma.

La noticia lo hizo reaccionar de inmediato. La furia de los vientos le había arrancado el impermeable al techo y el huracán colaba por miles las gotas de agua para el local donde estaban reguardados los medios informáticos y los procesos judiciales. Sin pensarlo dos veces Yosbel salió del hogar donde estaba autoevacuado, se despidió de su esposa, de su niño y de los suegros con un hasta ahorita, sin saber que ese ahorita se le convertiría en una de las noches más difíciles de su vida. La esposa solo atinó a preguntarle “¿tú vas a ir así para allá, como está el tiempo?”

Él sabe que, como decimos en buen cubano, se la jugó, al llegar movió los equipos informáticos para un sitio seguro, luego las causas, expedientes y los procesos del tribunal. Pasó el tiempo, empeoraron las condiciones y este cubiteño enfrentó entonces la encrucijada más importante de su vida, regresar con su familia esa noche o proteger los medios de su centro de trabajo. Le tocó elegir entre lo suyo y lo nuestro.

Cuenta, más calmado ahora, que las horas se tornaban más lentas de lo normal, “yo pensé que nunca iba a amanecer, cuando me llamaba la presidenta del tribunal provincial, yo le preguntaba la hora, porque para mí no avanzaba el reloj. El viento estaba acabando fuera, uno sentía como se partían las matas, como caían las cosas, mi mayor preocupación eran las ventanas de cristal del tribunal que no fueran a resistir y nos dañaran, tomamos la decisión, entonces, de parar un buró en cada ventana, solo así me sentí más seguro”, explicó.

Me atreví a preguntarle por qué había tomado tantos riesgos, “si la tarea de proteger el tribunal me la dieron a mí, yo no podía quedar mal, además allí estaba el custodio con parte de su familia, también arriesgándose, por qué no hacerlo yo”, respondió.

Mientras este joven protegía los recursos del Estado, el huracán se llevaba el techo y parte de su casa, y es que como dijera el maestro, el deber es tan recio que parece azote. “Lo mío se recupera,- dijo-peor hubiera sido perder toda la documentación del tribunal”, aun con ese golpe Yosbel Piñeiro Pimentel no se arrepiente, quizá él no lo sienta así, pero sin querer se convirtió en uno de los tantos héroes anónimos que nos dejó Irma a su paso por Camagüey.

Acerca de jorgitoxcuba

Mi nombre es Jorge Jerez Belisario soy un joven discapacitado camagüeyano con parálisis cerebral. He superado mis limitaciones físico-motoras y trastornos del lenguaje, para vencer con voluntad el entuerto de la naturaleza. Gracias a las posibilidades brindadas por la Revolución Cubana, me gradué con Título de Oro la carrera de Periodismo en la Universidad de Camagüey.

Publicado el septiembre 25, 2017 en Mi columna de opinión. Añade a favoritos el enlace permanente. 1 comentario.

  1. Esos héroes anónimos merecen todo nuestro reconocimiento, muy bien que anécdotas como estas se publiquen

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