Archivos Mensuales: febrero 2018
Entre los dictadores comunistas y los libertadores de Wall Street
Mientras buena parte del Congreso disfrutaba el show de Donald Trump en el habitual Discurso del Estado de la Unión, ya se preparaban los programas de análisis o mejor dicho de burla que increíblemente tuvieron más niveles de audiencia que la propia intervención oficial. El de ABC fue uno de los más seguidos pues la réplica en esa cadena la hizo Stormy Daniels, actriz para adultos cuyo nombre real es Stephanie Clifford, de quien se rumora que tuvo una relación extramarital con el presidente.
En el segundo discurso de este tipo más largo de la historia, el multimillonario se mostró ultrapatriótico, repitiendo las promesas de campaña como prioridades urgentes de su gobierno, con el ya tradicional ultranacionalismo exacerbado, al punto de solicitar al congreso 1.5 billones de dólares para construir puentes, autopistas y líneas de ferrocarril hechas «con manos estadounidenses» y «con valores estadounidenses». También pidió más fondos para las fuerzas armadas y para renovar el arsenal nuclear, es como si hubiéramos regresado a la Guerra Fría.
Respecto al ISIS y al terrorismo dijo: “seguimos teniendo todo el poder necesario para detener terroristas en cualquier lugar que los capturemos, allí donde los encontremos. Y en muchos casos para ellos, será a partir de ahora la bahía de Guantánamo”, poco le importó a Trump que esa es una porción de territorio cubano ilegalmente ocupada por Estados Unidos.
También repitió su amenaza una vez más: “pido al Congreso que adopte una legislación que garantice que la ayuda exterior sirva siempre a los intereses de América y vaya solo a los amigos de América no a los enemigos de América”. Es la contradicción, también exacerbada, entre los buenos y los malos.
No podía dejar de mencionar a Cuba y a Venezuela, y sí, lo hizo, tenía que quedar bien con sus amigos estratégicos Marco Rubio y Bob Menéndez, “Mi Gobierno también ha impuesto duras sanciones a las dictaduras comunistas y socialistas de Cuba y Venezuela”, afirmó y solicitó al Congreso de Estados Unidos mayores medidas unilaterales contra estos países latinoamericanos.
Osó Trump en llamar dictaduras a dos procesos que se le oponen, se le olvidó que él no es el presidente que la mayoría de los norteamericanos quiso, ganó gracias al endemoniado sistema electoral que rige en los Estados Unidos. Mientras que en Venezuela, por ejemplo, el propio Jimmy Carter, expresidente de la nación norteña, dijo “Tomando en cuenta las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor en el mundo”. Un proceso que ha enfrentado más de 20 elecciones en 20 años, con solo tres derrotas para los chavistas, si eso es una dictadura al parecer la mayoría de los venezolanos quieren vivirla.
Por su parte en Cuba, si tenemos una dictadura, no lo niego: es la dictadura del proletariado. Lo que no comprende Trump es la esencia de un proceso como el cubano, demasiado democrático para ser entendido por alguien que sacó 3 millones de votos menos que su contrincante y, sin embargo, hoy es presidente.
Los cubanos no tenemos una cédula electoral, que constituya una mercancía codiciada por sargentos políticos. Tampoco existen pasquines que llenen las calles de propaganda, los candidatos no han hecho campaña política para que se vote por uno de ellos y mucho menos tienen millones para invertirlos en anuncios televisivos, solo cuentan con la moral y los méritos. Las urnas son custodiadas por pioneros y apareces en el registro electoral al cumplir 16 años.
Donald Trump debía informarse de los niveles de abstencionismo que hay en su país y compararlos con los de Cuba, así podrá entender porque los cubanos nos sabemos dueños del proyecto de país que construimos. Si esto es una dictadura Mister hay millones de cubanos, masoquistas al parecer, que prefieren vivir la dictadura del proletariado antes que la libertad de Wall Street.