De locos y loquitos
Explicación necesaria: Este es el grupo de la universidad de mi papá, que desde los diez años de graduado se reúne para celebrar un aniversario más de la V Graduación de Derecho de la Universidad de Camagüey, sus hijos hemos crecido como familia y nos queremos como tal, esto fue algo que escribí para regalarles este 33 aniversario, pero me gustaría compartirlo con ustedes como un ejemplo de la buena vibra que trae la amistad.
El mundo está al revés, corren tiempos en que las familias se ven muy pocas veces en el año, a veces solamente hasta por Internet, otros no se acuerdan de tener familias, muchos creen que la amistad pasó de moda o solo importa tener socios, pero no, yo conozco unos locos que no creen en eso, y desafían todos los años la posmodernidad que invita al egoísmo, a que solo importe el yo y nada más. Ellos no son Quijotes ni nada por el estilo, son una muestra de esas cosas lindas que se pueden hacer para mostrarle a la gente que no todo está perdido cuando tantos están dispuestos a ofrecer su corazón.
Y es que nuestra familia ha crecido en 33 años, porque nadie duda que tenemos una pandilla de tíos locos que nos han
enseñado que por muy apretada que esté la jugada, no se puede dejar de venir, ya sea en Ciego, Camagüey, Las Tunas u Holguín, porque si estamos juntos en las malas también hay que verse en las buenas, porque hay que reír hasta más no poder y olvidar, esas cosas que nos agobian, al menos por tres días en el año.
Aquí no hay fiscales ni abogados, desaparecen los poderes notariales y los testamentos, no creen en directores provinciales, mucho menos en dictámenes jurídicos y se posponen los viajes del botero, ellos todos regresan a ser un grupo de inmaduros muchachos de la Universidad. Ese es el principal legado de esta gente loca, que está más cuerda que muchos cuerdos, el haber sabido formar esta familia, a pesar de las diferencias y los problemas que todos tenemos, a pesar de los que ya no están y sí están, de los que casi no vienen pero quisieran estar. En esta familia hasta el más callado se pone a hablar, el más patón a bailar, se entienden con los puercos y los sapos y hay quien sigue creyendo que Argentina podía ganarle la Guerras de las Malvinas a Inglaterra.
Sepan ustedes partía de viejos de locos que cuando ya no estén, nosotros, loquitos al fin, seguiremos esta unión, porque ya somos más que la quinta graduación de derecho de la Universidad de Camagüey, esta familia se ha diversificado y aquí hay médicos, estomatólogos, informáticos, artistas, periodistas y vagos, porque tiene que haber de todo, sin embargo tenemos algo en común, hemos sido educados en su locura. Sí, en esa locura que hace falta para no sentirnos solo cuando se nos viene el mundo abajo o cumplimos un sueño que nos parecía imposible, esa locura que se llama hermandad. Pudiera parecer raro, algunos no lo entienden, y es que esto es solo apto para nosotros.
Muchos no entienden el porqué, a la hora de pedir permiso para venir a estos encuentros de familia, ya sea en la escuela o en el trabajo, decimos tan orgullosamente orgullosos que vamos para la actividad de nuestros papás. No entienden que aquí dejamos de ser los hijos de fulano o de mengano y nos convertimos todos en sobrinos y tíos, en primos.
Es la bendición gitana que nos persigue, es la brujería que nació en aquella auuuuuulaaaaaaaaaaaaa de derecho que hoy desafía el tiempo, la posmodernidad, el egoísmo, el yo, es el lugar donde no hace falta ser más que tú para sentirte bien, y óiganlo bien, no son quijotes, son los locos de la V graduación de Derecho de la Universidad de Camagüey y nosotros los loquitos que seguiremos su locura.
Publicado el marzo 31, 2019 en Mi columna de opinión y etiquetado en Derecho, Universidad de Camagüey. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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