La utopía se construye hoy

Pretender construir un modelo de país diferente con jóvenes en tiempos de fake news y de postverdad para muchos sería una locura, sobre todo si hay quienes nos ven como los inmaduros, despreocupados, incapaces de sostener una obra de tanto sacrificio. Los que estamos todo el tiempo con la “bobería” del celular, la tecnología, Internet, y en la concreta, nada; o sea, que simplemente no estamos preparados o tenemos todavía debilidades ideológicas.

¡Ay, Cuba!, ¿qué hubiera sido de ti de no haber confiado en tus jóvenes? ¿Acaso esos incrédulos se han preguntado qué edad tenía Agramonte cuando le llegó la hora de hacer por este país? No rebasaba los 27 años de edad. ¿Qué decir de Panchito Gómez Toro, aquel que con 20 años decidió quedarse a cuidar el cadáver de su jefe Antonio Maceo aunque le costara la vida? ¿Alguien le dijo a Mella que era inmaduro para fundar, con 22 años, el Partido Comunista de Cuba? Solo 25 tenía Abel cuando le tocó entrar en las páginas de la historia de este país y un Fidel que con 27 pensó en grande, derrocó una tiranía y construyó una nación diferente.

¿Por qué no confiar, entonces, en mi generación? La misma que nació durante el período especial, la de los peinados raros y el reguetón, la que casi no lee libros y a la que sus referentes históricos e ideológicos les van quedando distantes en el tiempo, y por si fuera poco, los hemos encartonado y deshumanizado; la que no vivió los ‘60, ‘70 y ‘80, y en la que hay algunos que no saben lo que es el socialismo, y mucho menos el comunismo; la del paquete, la de las dudas, la que tiene a quienes lo piensan dos veces para dar un sí para ser militante, la que lo critica y se cuestiona casi todo.

Pero que esos mismos jóvenes, así tal como son, continúen la transformación de este país, no es un capricho quijotesco, es una necesidad, un imperativo natural, y para ello no se puede seguir perdiendo tiempo en buscar pretextos, debemos prepararlos.

Pongamos los pies en la tierra, es muy difícil pensar en eso de los imaginarios, de nuestro rol en la sociedad, cuando el zapato está apretado y no encontramos la manera de zafarlo y el consenso que nos trajo hasta acá hay que seguir construyéndolo colectivamente con todas las generaciones que habitan la Cuba del presente, porque la meta tiene que seguir siendo un proyecto de país inclusivo y participativo.

Mucho cuidado con caer en la trampa de la postmodernidad y el capitalismo que buscan potenciar el yo por encima del nosotros, individualizar las conciencias y evitar que, por encima de cualquier cosa, desarrollemos nuestro potencial revolucionario, de eso no duda ni el propio sistema capitalista.

No por gusto hoy se invierte tanto en la industria del entretenimiento e importa más el tamaño de la pantalla que el propio contenido, el envase que el producto. Porque conviene convertir a la juventud en una masa acrítica de consumidores activos y nada más. Es parte de la vieja estrategia del sistema para alejar a los jóvenes de la política.

En ese escenario, fortalecer el pensamiento es de vida o muerte para quienes pretendemos seguir siendo una alternativa a tanta barbarie que está consumiendo el mundo. Hacer del pensamiento crítico un ejercicio cotidiano, responsable, es una de las esencias para sobrevivir, para entender por qué el socialismo es una necesidad y hay que seguir construyéndolo desde la adecuación a los códigos actuales que mueven el mundo.

Sí, nuevos códigos porque el ser socialista, comunista y revolucionario no es una moda que pasó, no pueden ser sinónimo de atraso o vejez, cuando en su esencia son todo lo contrario. Esa misión no es de más nadie que de esta juventud, tocada también por la apolítica, la apatía y hasta cierta ingenuidad, lo que la hace más complicada.

Complicado fue siempre, puede que alguien no sepa bien para dónde vamos, pero sí debemos tener bien claro de dónde venimos y a dónde no queremos regresar. Cuando nuestros abuelos comenzaron tamaña empresa conocían bien ese pasado al que no se podía volver, pero no el futuro donde se pretendía llegar. Ayer como hoy, la lucha sigue siendo la de David contra Goliat, porque vencer los antivalores que nos propone la sociedad de consumo no es tarea fácil.

Encontrar ese proyecto de país donde todos contemos, participemos conscientemente, adecuado a los nuevos tiempos y contextos, tendrá que seguir siendo el puerto seguro al que se dirige este barco llamado Cuba. Para algunos pudiera ser un viaje a lo desconocido, pero no; es la única manera de seguir apostando por lo que somos. Como diría Galeano, es la utopía que nos convida a caminar y no está precisamente en el horizonte; tenemos que construirla. Acabó la espera de la juventud, llegaron los días de hacer por Cuba, el futuro es hoy.

Acerca de jorgitoxcuba

Mi nombre es Jorge Jerez Belisario soy un joven discapacitado camagüeyano con parálisis cerebral. He superado mis limitaciones físico-motoras y trastornos del lenguaje, para vencer con voluntad el entuerto de la naturaleza. Gracias a las posibilidades brindadas por la Revolución Cubana, me gradué con Título de Oro la carrera de Periodismo en la Universidad de Camagüey.

Publicado el abril 9, 2019 en Mensajes desde una prisión y etiquetado en , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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