Un enemigo silencioso
Hace unos días acompañé a mis padres a una visita familiar a la casa de un amigo, allí coincidimos con la presencia de un compañero que labora en un almacén, que surte sus mercancías a una importante cadena comercial, luego de un breve lapso en la conversación surgió el tema recurrente sobre las actividades que realizan los hijos, al llegar mi turno, que estudio periodismo, el compañero, un poco en broma y un poco en serio, se mostró inconforme con el papel que ocasiones juega la prensa y las razones por las que las entidades tienen el derecho de establecer limitaciones al acceso a la información.La primera razón que alegaba era la relacionada con su derecho a proteger sus niveles de inventarios, calidad, precios y otros datos a sus competidores y la otra era la vinculada a las trabas que hace el enemigo a las compras en el exterior, de modo que si se le facilita la tarea, ellos podían insistir en aquellos productos deficitarios y de esta manera generar descontento en la población. Él, para fundamentar sus razonamientos ejemplificaba que en Costa Rica su esposa no pudo filmar, ni tomar fotos en un centro comercial.
Es cierto que en las condiciones en que se ha desarrollado la revolución cubana, asediada por el mayor sistema de inteligencia que la humanidad haya conocido, la CIA, obviamente las medidas para proteger las informaciones sensibles tienen que estar acorde con el nivel del adversario, también es real que una de las cualidades más valiosas que puede tener un ciudadano es aquella que le permite saber guardar adecuadamente un secreto, tanto es así que la historia recoge innumerables ocasiones en las que la discreción ha salvado vidas.
Sin embargo, existen demasiados funcionarios, administrativos, dirigentes y hasta simples empleados que esconden sus insuficiencias, que traban el acceso de la prensa a la información escudándose en el aparente deseo de no facilitar el trabajo al enemigo y protegerse de la competencia.
Estoy convencido que estas políticas que contribuyen al secretismo, que imponen algunas empresas, cadenas y centros de trabajo, no tienen nada que ver con las orientaciones de nuestro estado revolucionario, al contrario la dirección de la revolución ha llamado reiteradamente a la transparencia.
Es lógico que la información clasificada cuya divulgación pueda afectar la seguridad nacional y los planes de desarrollo del país, tenga una adecuada protección, pero nunca al amparo de esta necesidad se podrá proteger a funcionarios que ocultan inventarios de productos para sacarlos al mercado a mayor precio, a los que hacen compras de mala calidad, a los que imponen precios desproporcionados o adulterados, los que realizan gastos superfluos, inflan globos, o realizan fraudes. Tampoco a los que violan la ley, se equivocan y se equivocan y siempre caen para arriba.
Ocultar todas estas verdades puede ser favorable a la corrupción que es un enemigo tan peligroso como los que tenemos en el sur de la Florida. La decisión de lo que se publica o no en la prensa es entera responsabilidad de la dirección del medio que se trate, el reto es hacerlo bien y de modo objetivo.
Publicado el julio 13, 2012 en Mi columna de opinión y etiquetado en administrativos, Costa Rica, dirección de la revolución, dirigentes, enemigo, funcionarios, la CIA, la Florida, limitaciones al acceso a la información, Revolución. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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