Enigmas de un verano

Una familia vacaciona en Santa Lucía, disfrutando de unos días de sol, playa, dominó, Una frase interrumpe el relax: “se acabó el agua”. Alguien dio la luz: ¿reportaron? Ya estaba reportado desde hacía dos días. Luego de varias horas, el nivel de desespero era tal que fueron a las oficinas de acueducto. El reloj marcaba las 4:30 p.m., el funcionario que debía atenderlos está hablando por teléfono, ya no había nadie más en aquel lugar.

4:57 p.m. ¡Al fin colgó! Se dispuso a atender a quienes llevaban cerca de 30 minutos esperando. Se le planteó el problema: no hay agua en la 68. Ellos ya llevaban tres días así, dos casas con una cisterna de solo 2 000 litros, que por demás se filtraba, y un solo tanque para ambas.

La respuesta parecía de chiste, de Vivir del Cuento, de las que a veces creemos que Pánfilo exagera. “Lo siento pero ya son las cinco de la tarde”, dijo el funcionario que llevaba más de media hora hablando por teléfono asuntos personales.

Quizás por cosas como esta aquel directivo del Complejo de Cabañas Sol dijo: “Este verano ha sido un desastre para el turismo nacional”, y no por gusto lo expresó con el tono de quien quiere desahogarse y cree que ha llegado su oportunidad. Las cabañas Sol son aquellas que tienen como objeto social brindar alojamiento a quienes por los méritos acumulados en el año merecen ser reconocidos con unos días en la playa Santa Lucía. Aquí comienzan los enigmas.

¿Es verdaderamente un estímulo que te manden a un lugar a pasar trabajo? ¿Por qué no están creadas las condiciones para garantizarles a los huéspedes una feliz estancia? ¿Son los trabajadores los estimulados verdaderamente? ¿Cómo lograr el balance correcto entre los cuadros y el resto del colectivo de una entidad, cuando todos tienen el mismo derecho a recibir este tipo de estímulos?

Quiénes lo debieran recibir verdaderamente, sino es la maestra a la que no le ponchó ningún alumno en las pruebas de ingreso, el anirista que mantuvo la fábrica trabajando con sus inventivas, el obrero que sobrecumplió los planes de producción, o cualquiera que se lo gane con sudor y su salario no le de para pagar los 100 dólares que cuesta una semana en las casas particulares o los exorbitantes precios de los paquetes hoteleros. Estas son solo algunas preguntas para las que no he encontrado aún una respuesta razonable.

¿Acaso diez meses no son suficiente tiempo para preparar como debiera ser el arranque del verano? ¿Qué necesidad había entonces de comenzar el verano con 27 fosas desbordadas, supuestamente por falta de combustible para limpiarlas? ¿Por qué no se repararon las pipas que abastecen de agua a las casas, si se sabe que es en esta época cuando más van a trabajar y si se rompen el caos es mayor? ¿No es mejor pagarles a los piperos las horas extras a que dejen de trabajar y después se busquen el dinero a su manera? ¿Por qué se les da prioridad en el agua, una y otra vez, a las casas de Islazul – turismo en divisa – antes que a las destinadas al turismo nacional?

¿Por qué si se rompe un simple latiguillo del lavamano hay que esperar a que lo lleven desde Camagüey, si cada una de las casas tiene un personal que cobra solo por su mantenimiento? ¿Por qué la hierba crece a la vista de todos y nadie se preocupa por chapearla?, ¿a quién le pagan por hacerlo y no lo hace?

Cada entidad debiera tener más responsabilidad con reparar conscientemente cada una de las cabañas que dispone en el balneario camagüeyano, saber si el televisor enciende, el refrigerador enfría o la cisterna bota el agua. Debería ser una preocupación para quienes dirigen esas entidades. También es cierto que hay muy buenos ejemplos, con casas que tienen todas las de la ley, pero esas son la minoría.

Otros temas que merecen revisión son la limpieza del litoral, más allá del sargazo, con solo caminar por la orilla del mar encuentras objetos que nada tienen que ver con el ambiente playero, así como los precios un tanto exagerado de los baños públicos que han proliferado, lo mismo en Residencial que en la Concha o Amigos del Mar.

Una alerta a tiempo pudiera impedir que estos males se generalicen y ya sea demasiado tarde cuando se decida qué hacer, sobre todo porque esas cabañas no paran y se siguen explotando. Lo cierto es que el llamado “turismo nacional” merece prioridad y atención, porque, aunque no aporta divisas, se trata de la atención al hombre, parte esencial del sistema que construimos; ese trabajador o trabajadora necesita verdadero disfrute veraniego y muchos menos enigmas.

Acerca de jorgitoxcuba

Mi nombre es Jorge Jerez Belisario soy un joven discapacitado camagüeyano con parálisis cerebral. He superado mis limitaciones físico-motoras y trastornos del lenguaje, para vencer con voluntad el entuerto de la naturaleza. Gracias a las posibilidades brindadas por la Revolución Cubana, me gradué con Título de Oro la carrera de Periodismo en la Universidad de Camagüey.

Publicado el agosto 28, 2018 en Mi columna de opinión y etiquetado en , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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