Cuba y la vida de sus hijos

A esta Cuba socialista le debo todo lo que soy
Una querida amiga, me recomendó que ampliara mis experiencias en esta lucha por la vida, que es contar las bondades de esta gran obra de amor con sus hijos, además por lo útil que pudiera ser para los padres que tienen hijos con alguna discapacidad, incluso para otros jóvenes que las padezcan.
Nací el 8 de marzo de 1993 y una prima mía el día 9, como nos llevábamos tan poco tiempo, solo horas, mis padres, se percataron que no teníamos el mismo desarrollo pues aunque yo tenía risa social, comenzaba a reconocer colores, identificaba mis familiares allegados, no movía las manos, ni los pies, no sostenía la cabeza y era demasiado tranquilo para la edad.
Hasta las palabras propias de la edad, las articulaba con dificultad. Padecía de un asma terrible, no asimilaba la leche y me alimentaba a base de una fórmula.
En Cuba, gracias a la revolución, contamos con un seguimiento semanal por parte del médico de la familia, una consulta pediátrica gratuita y obligatoria, a los niños de 0 a 1 año, allí oportunamente, como suelen hacerlo nuestros médicos, se les recomendó a mis padres la consulta del Dr. Luis Pérez, Especialista en Rehabilitación, del Hospital Infantil Eduardo Agramonte, de mi ciudad natal, Camagüey.
Con pocas semanas de nacido la estimulación temprana no me faltó, comencé con los ejercicios en el colchón, no me sentaba, no tenía control del tronco, pero un ejército de batas blancas trataba de preservar la sonrisa en los labios de mis padres que se consagraron junto a los técnicos a ganar la batalla.
Con 10 meses fui llevado al Hospital Neurológico Nacional, en la ciudad de la Habana, luego de un profundo estudio, se confirmó el diagnostico que ya otros médicos habían dado, había sufrido una Parálisis Cerebral Infantil. Allí les comunicaron que no existía otro camino que la rehabilitación intensiva, fue así como llegamos al hospital Julito Díaz.
Llegué al Julito Díaz con un año, y sin que nadie les preguntara a mis padres con cuanto dinero contaban, recibí un tratamiento altamente especializado y millonario, la alimentación y estancia para mi mamá también estaba garantizada. Mientras otros niños jugaban, yo disciplinadamente hacía decenas de planchas y abdominales para fortalecer mis músculos.
Entre ingresos y rehabilitación, llegué a los cuatro años, fue cuando se decidió que debía ser intervenido quirúrgicamente para corregir el pie equino. Fui operado en Camagüey y en mi cuarto cumpleaños les regalé a mis padres el caminar sin andador. Esa noche, según me cuentan, ellos tenían miedo que yo me durmiera y al día siguiente se me hubiera olvidado el caminar.
Este tratamiento especializado que he necesitado desde el mismo día de mi nacimiento lo he recibido ininterrumpidamente aun cuando nuestro país enfrentaba un periodo especial donde nuestra economía sufrió grandes pérdidas por la situación internacional que imperaba.
La rehabilitación siguió, lo que bien se aprende no se olvida, he escalado varios cerros, montañas incluso he subido hasta las alturas de la Plata y el Pico Mella en la Sierra Maestra y tengo como meta subir el Pico Turquino, elevación más alta de este verde caimán.
A esta Cuba socialista le debo todo lo que soy. ¿Que sería de mí si hubiera nacido en un país capitalista del primer mundo? Realmente no estuviera vivo. Por ello me formaré profesionalmente para ser útil a ella, pues tengo mis manos y mis piernas limitadas, pero mi mente y mi corazón están al servicio de esta revolución.
Viva Cuba.
Publicado el agosto 1, 2011 en Salud. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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