Defendiendo la verdad. La educación en Cuba
Gracias al intenso proceso de rehabilitación al que fui sometido desde mi nacimiento, cuando cumplí los cinco años había vencido una de las batallas más importantes de mi vida, ya podía caminar, sin embargo, comenzaba otra más difícil, aprender a leer y escribir.
Para cualquier niño cubano, al ser completamente gratis, esto es algo relativamente fácil, pero yo padecía limitaciones muy acentuadas en los miembros superiores y en uno de mis pies, también serias dificultades en el habla, por eso se decidió por los especialistas que debía matricular en la Escuela Especial del Lenguaje Enrique José Varona.
Fui recibido por un grupo de muchachas jóvenes casi todas, pero dispuestas a mejorar la calidad de vida de todos los que estábamos allí, recibí un tratamiento de logopedia, instrucción y el cariño que solo pueden dar los pedagogos formados por la revolución.
Recuerdo con especial cariño la profe Martha quien con el arte también contribuía a la educación de los niños, las auxiliares docentes, los maestros, hasta el cocinero, todos eran un gran equipo muy bien engrasado con un mismo objetivo, la plena incorporación de nosotros a la sociedad.
Todos los niños estábamos obligados a hablar en público, lo hacíamos en los actos y en los matutinos, allí perdí el miedo escénico, aprendí a prepararme para abordar un tema, no entendía como un país podía prohibirle a otro comprar medicamentos y comencé a interesarme en la historia de mi patria.
Recuerdo el día que en aquel patiecito frente a la bandera, el busto de Martí y una imagen del Ché me hicieron pionero, al colocarme en mi cuello la pañoleta azul que los identifica. También recuerdo con especial singularidad el día en que con mucho trabajo y esfuerzo tracé mis primeras letras.
Mientras esto ocurría, como escribía con mucha dificultad, un grupo multidisciplinario elaboraba un programa para que yo pudiera transitar a la enseñanza regular. Cumpliendo el plan, comencé a estudiar regularmente computación y se me entregó, gratuitamente, una maquina para que trabajara en mi casa.
Llegó el momento en que tenía que abandonar una escuela para ir a otra, fue un transito muy difícil, tanto para mí como para la familia. Pero me adapté bien, me inserté en el grupo como si siempre hubiera estado allí, también conté con un singular apoyo por parte de la profesora que me recibió en esta escuela, esto fue determinante.
Recuerdo con mucho cariño, que el profe de Educación Física, como yo no podía correr, me enseñaba a lanzar y coger la pelota con una sola mano, un día me llevó a un concurso de conocimientos sobre deportes y obtuve el primer lugar, esto me dio autoridad entre los muchachos y me permitió dirigir el equipo de pelota que él entrenaba. Me hizo muy feliz.
Así pasó el tiempo, ya en la secundaría participé y gané numerosos concursos de la organización de pioneros, debuté como dirigente pioneril en 8vo grado y tuve el altísimo honor de ser elegido delegado al 4to congreso Pioneril, donde agradecí a la revolución por todo lo me había dado y me comprometí a formarme como un profesional útil a mi patria. Allí envié a Fidel con Raul “Los dones de mi Comandante”.
Siempre me han gustado los deportes, por ello comencé a entrenar ajedrez y así matriculé en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético en mi provincia, fui seleccionado para ocupar cargos en el Secretariado Provincial de la FEEM donde estuve durante tres años, primero atendí la OCLAE y después por los resultados de la esfera, fui el ideológico del secretariado.
Esta fue una etapa compleja pues tenía que llevar el estudio y las responsabilidades que tenía como dirigente estudiantil, el preuniversitario lo terminé con 99,87 de promedio académico, tuve el altísimo honor de ser el graduado integral y leer el juramento donde juramos ser fieles a nuestros principios y convicciones.
Me presenté a las pruebas de ingreso a la universidad en las que obtuve excelentes resultados con 100ptos en las asignaturas de Español e Historia, me otorgaron la carrera de periodismo desde la cual cumpliré el compromiso que tengo con la revolución y con Cuba.
Publicado el agosto 4, 2011 en Educación en Cuba y etiquetado en Cuba, Educación, Escuela especial, niño cubano, profe Martha. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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